21/05/2022.- La previsión del tiempo para este viernes anunciaba la posibilidad de que cayera alguna gota sobre Oviedo, pero quiso la divina Providencia, quizás por la intercesión de San Ivo, nuestro patrono, que la celebración de su festividad pudiera disfrutarse con buena temperatura y sin precipitaciones.

Por primera vez tras la pandemia, el Colegio ha podido celebrar su fiesta anual con el trío de actos tradicional: la Santa Misa en la Iglesia San Tirso el Real, la imposición de reconocimientos y la comida de confraternización. Tres escenarios para tres momentos bien distintos, aunque todos ellos igual de emotivos.

La misa estuvo acompañada por las voces del Coro del ICA Oviedo, que para esta ocasión y como primicia interpretaba de manera magistral unas piezas sacras, que este sábado por la tarde volverán a cantar en el concierto que ofrecerán en la Catedral, junto a Pipo Prendes y la Tuna de Veteranos de la Universidad de Oviedo, en memoria de las víctimas del coronavirus.

También fue la primera vez que un compañero, abogado ejerciente y sacerdote, oficiaba la eucaristía. Arturo García Rodríguez confesaba sentirse "un poco nervioso" a la vez que reconocía que era "un auténtico placer, un honor y una satisfacción personal presidir esta misa".

Finalizada la celebración religiosa en honor a los compañeros/as fallecidos durante este año, la siguiente cita ya era en el Colegio a las doce y media, para entregar las insignias de plata y oro a los letrados/as que en este 2022 han alcanzado, respectivamente, los 25 y 40 años de ejercicio profesional. 

Por parte de los primeros habló José Félix Lobato González, que se dirigió a los presentes para pedirles que, pasen los años que pasen, "nunca falte la actitud: el estudio, el esfuerzo y el trabajo". Y de la promoción de oro, Ana Isabel Prieto Torices, que recordó sus años de recién colegiada para agraceder la ayuda encontrada en el Colegio y en sus compañeros, "algo que no me gustaría que se acabara, por mucha tecnología que venga".

Balbina Álvarez Tonzón y Justo de Diego Arias recogieron sus reconocimientos como Colegiados de Honor. La primera arrancó las carcajadas del público cuando contó su azarosa vida personal y profesional, no exenta de momentos angustiosos, con la pérdida precipitada de su marido, abogado, que le llevó por unos derroteros muy alejados de lo que había planeado para sí recién casada: "viví del cuento hasta el 79, cuando recibí la sorpresa desagradable de la enfermedad de mi marido, con un pronóstico malo. Tenía 38 años, dos hijas, Covadonga de 9 y Beatriz de 5, y tenía que reaccionar, así que me puse a estudiar la carrera de Derecho".

Por su parte, Justo de Diego Arias recordó las palabras de su padre, el decano Justo de Diego Martínez, en los actos de jura, cuando decía que "el abogado independiente es un pilar fundamental para que pueda existir un verdadero Estado de Derecho". Tampoco faltaron las risas entre los presentes al "tener que explicar por qué estoy aquí, ya que la barca de Caronte va pero no vuelve", tras el titular erróneo del día anterior de un medio de comunicación en el que le daban como homenajeado a título póstumo.

Y llegó el turno del último reconocimiento, el de Victoria Ortega Benito, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Medalla al Mérito del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo. Fue glosada por el anterior decano, Ignacio Cuesta, quien rememoró su primer encuentro personal, en 2015, cuando ella aún no era presidenta pero se postulaba a serlo y viajó hasta Oviedo para presentarle su proyecto al recién nombrado consejero Cuesta: "es una mujer admirable, valiente, tenaz, que jamás da una victoria por perdida y fírmemente convencida de la necesidad de la abogacía".

El decano Luis Carlos Albo Aguirre también tomó la palabra para afirmar que "Victoria Ortega es merecedora de la medalla por sus virtudes extraordinarias y por su estrecha colaboración con esta Corporación. Para mí es un inmenso privilegio imponérsela". 

Tras recibir la distinción, Victoria Ortega se dirigió al atril para ofrecer un discurso dual, primero como presidenta del Consejo, dirigiéndose a los compañeros "de oro", para alabarles su "tremenda capacidad de adaptación a los cambios vividos en estos últimos cuarenta años",  a los "de plata", para reconocerles las dificultades a las que se han tenido que enfrentar a raíz de la crisis económica "que nos ha cambiado la forma de ejercer la profesión", y a todos, porque "habéis contribuido a hacer este mundo un poco más amable".

Ya a título particular, en lo personal, Victoria Ortega dió las gracias al Colegio por entregarle tan alta distinción, siendo este "referente en muchísimas cosas, como en Deontología, en Justicia Gratuita y en Igualdad, así que es una ilusión doble". 

Y del Colegio, al Restaurante Deloya Latores, donde se juntaron más de trescientas cincuenta personas para terminar de festejar una jornada de exaltación de la profesión y del compañerismo.

¡Viva San Ivo!